sábado, 1 de enero de 2011

Ciro Alegría "Los perros hambrientos"

Ciro Alegría fue un escritor, político y pereodista nacido en la Provincia de Sánchez Carrión, Perú, en noviembre de 1909. Era hijo de hacendados ricos y se crió en las sierras, conviviendo durante sus primeros años de vida con indios y empleados de las inmensas plantaciones pertenecientes a su familia.

De ese recuerdo de su infancia, y de los relatos que oyó entonces, se dió su afán de dar a conocer esta situación, escribiendo tres obras que son las llamadas "novelas de la tierra": La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo es ancho y ajeno (1941). Por este motivo es que Alegría es considerado uno de los máximos exponentes de la narrativa indigenista, la cual se enfoca sobre la problematica de la opresión indígena.

En Los perros hambrientos Alegría nos relata la vida de la familia de Simón Robles, un peón que trabaja y vive en la hacienda de Páucar, que está a cargo del hacendado Don Cipriano Ramírez. Simón vive prósperamente con su esposa e hijos Vicenta, Timoteo y la pequeña Antuca. Robles es muy conocido gracias a la fama que tienen sus macotas por ser excelentes perros ovejeros. Al morir su perro Trueno, trae a su casa dos cachorros hembra y macho. El macho es llamado Zambo por ser de pelambre oscura, y la hembra es llamada Wanka en honor a una tribu del tiempo incaico. Los dos son criados y amantados por ovejas, así que están familiarizados con el rebaño.

Como eran tiempos muy prósperos donde todos recibían alimento, Wanka parió y debido a la demanda de éstos extraordinarios perros, Simón los fue vendiendo y cambiando por ovejas. Es así que se termina quedando sólo Como con dos machos, Güeso y Pellejo. Un tercer cachorro, Mañu, fue dado a Martina, la hija mayor de Simón que se casó con Mateo, otro aldeano que como todos era de origen indígena. Ese perro pasó de ser un de una simple mascota a jefe de familia, ya que Mateo es obligado a abandonar a su hijo Damián y a su esposa para realizar el servicio militar, convirtiéndose Mañu en el protector de los dos miembros restantes.

Por otra parte, Güeso, ya crecido, es raptado por dos bandoleros llamados Julián y Blas Celedonio que se dedican al robo de ganado. Güeso es lazado y obligado a ir; él naturalmente se comporta apático respecto a Julián. Al pasó del tiempo Julián se gana el afecto de Güeso y se vuelven buenos amigos. Pero en una emboscada que le hace el subprefecto de la provincia a los Celedonios (engañados comen unas papayas envenenadas), ellos mueren juntos a su perro.

La partida de Güeso marca un período de sequía, en donde la comida empieza a escasear . No llueve y esto significa que tanto hombres y perros no obtienen alimento suficiente para saciarse. Los animales roban incluso las mazorcas en los maizales. La gente desesperada acuden a Don Cipriano, al cual implora ayuden a los desempleados de otras. Él recomienda a la gente busquen alojamiento con los vecinos.

La sequía aumenta hasta el punto en que piden a la Virgen del Carmen los socorra. Llueve por pocos días pero la situación sigue torturando tanto a animales como humanos. A causa de la desesperación Martina fue a buscar comida con sus suegros y por ser un viaje largo deja a su hijo Damián y a Mañu. El pequeño muere por el hambre, pero sus restos son valientemente defendidos por Mañu de un cóndor.

Tanto las personas como los perros pierden la fidelidad a sus respectivos amos. En el caso de los perros, Wanka mata a una oveja y esto hace que la corran a palazos de su casa. Zambo muere y el hambre lleva a Pellejo a comer sus entrañas. Por parte, los indios se revelan a Cipriano el cual no tiene más remedio que dispararles resultando tres muertes. Después de toda esta catástrofe las lluvias regresan con la felicidad del pueblo entero.

En definitiva, un libro tan entretenido como emocionante que dejará a cualquier lector con un buen sabor en la boca.

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