Los Fabulosos Cadillacs es un grupo musical nacido en Buenos Aires, Argentina, a mediados de los 80. Los Cadillacs tocan una interesante fusión de ska, reggae, ritmos latinos y rock, y son considerados al día de hoy como una de las bandas más influyentes y exitosas no sólo en Argentina sino también en todo Latinoamérica.
Luego del aclamado Rey Azúcar de 1995 -el cual ya mostraba algunos cambios en su propuesta-, Los Cadillacs se propusieron grabar su álbum de estudio más ambicioso. Para esos días sucedió también que el guitarrista Aníbal Rigozzi abandonaba su rol de intrumentista para dedicarse de lleno a ser manager del grupo. El lugar de Rigozzi fue ocupado rápidamente por el virtuoso Ariel Minimal, quien con su poderoso sonido de guitarra resultó un soplo de aire fresco para la banda. Así las cosas, en julio de 1997 vió la luz finalmente Fabulosos Calavera.
El disco es un zig-zag constante, nunca va en línea recta. Toto Rotblat ejecuta con maestría todo tipo de percusiones que contrastan a la perfección con los repentinos y violentos riffs de guitarra o el acompañamiento insolente de los vientos a cargo de Sergio Rotman, Fernando Albareda y Dany Lozano.
Hay canciones que presentan hasta cuatro cambios de ritmo en su estructura. La habilidad a la batería de Fernando Ricciardi es notable y el aporte de los teclados de Mario Siperman termina de completar el combo para que las voces de Vicentico y el bajista Flavio Cianciarullo vayan construyendo (a través de letras que hablan sobre la muerte, demonios, entierros, el dios Calavera o la nostalgia) un clima que huele tanto a oscuridad existencial como a júbilo.
Otra factór importante, y quizás vital, es la manera en que la banda ahondó en el hardcore más visceral. De esa contudencia se nutrieron a la hora de buscar abrir su espectro musical hacia terrenos como el jazz, el funk, la salsa (que, esta vez sí, se deja ver de lleno con la invitación de lujo del gran Rubén Blades en un tema) y hasta el tango.
Fabulosos Calavera rinde tributo además a la obra del escritor Ernesto Sabato y a la figura del músico Astor Piazolla, a quienes dedican temas con nombre propio.
Para ir cerrando, podría decirse que este no es un disco para nada complaciente; los Cadillacs no querían sonar radiales, es claro. Eso se nota ya desde la tapa, con esas fileteadas arrabaleras. Nunca antes tanta presión y desconcierto...
jueves, 7 de octubre de 2010
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