
Siguiendo con ese gusto por los ambientes góticos (dos aspectos que sustentan el cine de Fincher es la ya mencionada tendencia a las historias tenebrosas, y el otro es el fuerte impacto visual de su obra), este director estadounidense nos regaló una película dura e inquietante que se mueve entre el cine negro y los thrillers psicológicos.
Pecados Capitales narra la historia de William Somersert (Morgan Freeman), un detective a punto de jubilarse, y su compañero David Mills (Brad Pitt), otro detective que recien se inicia en la carrera. Somerset y Mills se mueven en una ciudad gris -en la que parece no dejar de llover nunca- tras la pista de un asesino en serie (Kevin Spacey) sádico y metódico que para acabar con sus víctimas se basa en los siete pecados capitales.
A medida que el film avanza, nuestra imaginación vuela por los rincones más oscuros de nuestra mente, hurgando en los miedos y jugando con el morbo. Todo el ambiente de Pecados Capitales es claustrofóbico y tortuoso. La ciudad se convierte en un espacio de pesadilla y decadencia humana.
De esta atmósfera insana se destila un pesimismo existencial que se erige en el final del film (tan calculado e inteligente), arrastrando una pesada carga de tragedia. Y es con esta película en particular que David Fincher nos habla de los peores estigmas de nuestra sociedad.
En definitva, una OBRA MAESTRA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario