
Así las cosas, un año y medio después empezaron a trabajar en las canciones de lo que sería su disco debut. En ese proyecto, y por sugerencia del artista plástico Andy Warhol (especie de padrino de la banda, y diseñador de la famosa portada de la banana), también se les unió una cantante, actriz y modelo alemana llamada Christa Päffgen, mejor conocida como Nico.
De esta manera, en mayo del 67 vió la luz The Velvet Underground & Nico, álbum pionero en experimentar con lo que se conoce como avant-garde y noise dentro del rock.
Uno de los factores más interesantes -además del aspecto visual del grupo con esas ropas de cuero, los lentes oscuros, los bailarines y las proyecciones psicodélicas en sus shows- eran las letras de las canciones: todo un universo personal de marginados, yonquis, prostitutas y homosexuales, en el que no hay mayor esperanza que la heroína corriendo por las venas.
The Velvet Underground (nombre que proviene del título de un libro sobre prácticas sadomasoquistas) le cantan a la desesperación del individuo ante una realidad cruel en la que las ilusiones desaparecen dejando paso a un dolor intenso en el que la droga se eleva como único pecado redentor.
En definitva, un disco clásico e imprescindible del rock, que escucha tras escucha te deja la sensación de ser una dolorosa cicatriz en el alma hecha arte.
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