viernes, 12 de febrero de 2010

Terciopelo Azul

David Lynch es un talentoso director de cine y guionista estadounidense, nacido en Montana en 1946. La mayoría de sus trabajos son thrillers psicológicos que poséen elementos del film noir, el policial y el surrealismo.

Entre sus obras más celebradas están las películas Cabeza Borradora (1977), El Hombre Elefante (1980) y Terciopelo Azul (1986); sin contar la exitosa serie televisiva Twins Peaks (1990-1991).

Protagonizada por Kyle McLachlan, Laura Dern, Dennis Hopper e Isabella Rossellini, en Terciopelo Azul encontramos una de las películas que más se asemeja a una auténtica pesadilla. Lynch dirigió prodigiosamente una obra maestra del cine contemporáneo -alabada tanto por el público como por la crítica y pares de la talla de Woody Allen- que lo catapultó al estrellato internacional.

La trama empieza cuando el señor Beaumont es hospitalizado por una descompensación, entonces su hijo Jeffrey (McLachlan) tiene que regresar de la universidad para ocuparse del negocio de su padre. Pero un día, mientras paseaba, Jeffrey encuentra la oreja cortada de un hombre y decide informar a un inspector de policía amigo de su familia. Jeffrey y Sandy, hija del inspector, también deciden investigar lo sucedido (muertos de curiosidad y de morbo) sumergiéndose entonces en un submundo truculento donde entran en escena la misteriosa cantante de club nocturno llamada Dorothy (Rossellini) y el perverso Frank (Hopper) con toda su indeseable pandilla.

A todo momento Lynch nos desborda los sentidos. Las escenas están muy bien elaboradas, y la música aportada por el compositor Angelo Badalamenti se hace imprescindible para transmitirnos esa sensación de desasosiego (mismo los temas "Blue Velvet" de Bobby Vinton e "In Dreams" de Roy Orbison, que suenan extraños y perturbadores en este film). Lo bizarro, lo extremo, la humillación física, el deseo sexual... todo hace mella en uno a lo largo del film. Es que Lynch sabe cómo hacer que el espectador reaccione, que no se distancie de la película, sino que se introduzca y se sobresalte.

Terciopelo Azul logra que cuando llega el final te sientas contento por la sensación de 'regresar a lo cotidiano'. Una película que para la época fue rompedora, provocadora, y eso sin llegar tener grandes momentos de violencia extrema, tiroteos o sangre. OBRA MAESTRA.

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